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Daniel Defoe nació probablemente en el otoño de 1660, en Londres. Hijo de un comerciante acomodado, él mismo fue también un hombre emprendedor, ejemplo emblemático del «homo economicus» de su tiempo, aunque su azarosa vida como comerciante le llevara a la bancarrota, la persecución de los acreedores e incluso a la cárcel. Sin embargo, e as mismas circunstancias le empujaron a comenzar su actividad literaria como cronista político y periodista, desembocando finalmente su talento creador en su actividad como novelista. Aunque presentada como relato autobiográfico, la historia de un hombre que se ve obligado a vivir aislado durante muchos años en una isla desierta no tiene nada que ver con la historia personal de Daniel Defoe. Lo que si hay en Robinson Crusoe son muchas referencias a cuestiones políticas, religiosas, económicas, educativas y filosóficas que habían preocupado al autor hasta ese momento. Sus inquietudes sobre la moralidad, el catolicismo, la Inquisición, el imperio español, el comercio, las plantaciones americanas, etc., están presentes en la novela. Su natural sentimiento antiespañol, su oposición al poder español en el Pacífico, puede ser, de hecho, el motor más directo que impulsó la composición y publicación de la novela en 1719.
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