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Tenía 40 años cuando Agatha Christie descubrió la que sería una de sus grandes pasiones, la arqueología, y un escenario, Oriente Próximo, donde pasaría los años "más felices e intensos" de su vida. La escritora viajó, huyendo de su primer divorcio, a la ciudad sumeria de Ur y quedó fascinada por el desierto, por los zigurats. "El encanto del pasado se apoderó de mí", escribió la británica. Allí conoció al famoso arqueólogo Max Mallowan. Seis meses después anunciaron su boda. Entre 1928 y 1958, Agatha Christie pasó largas temporadas en Egipto, Siria o Irak, siempre al lado de su marido. Restauraba y limpiaba piezas de marfil y de cerámica "con su crema desmaquilladora", catalogaba el material, investigaba y tomaba fotos. En un yacimiento, el de Nimrud, empezó a escribir su autobiografía. Pero, sobre todo, de aquella pasión brotaron algunas de sus mejores y más famosas novelas, siempre con el excéntrico y meticuloso detective Hércules Poirot como protagonista. Ejemplo cumbre de ello son las tres novelas recogidas en este volumen: Asesinato en Mesopotamia (1930), Muerte en el Nilo (1937) y Cita con la muerte (1938).
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