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Hombres de mar habitan el enclave de Isla de Lobos, al que llega un náufrago sin memoria pero con pasado. Poco más que una lengua de lava y piedras negras, un peñasco entre mares es aquel lugar, donde son personajes principales un geógrafo, un santero, un contador de olas y una señora que gobierna con mano de hierro los destinos de la ínsula, además de la mulata Esmeralda y su hija Albabella, que habla con los lobos de mar y vive en una gruta. Y un volcán que vigila los designios de cuantos moran ese espejismo del tiempo, el pequeño retal de tierras y escolleras en mitad del océano, poco más que un grano de mostaza caído sobre el inmenso mantel del mar. En ese universo de clausura, sobre el que pesa una maldición ineludible, la aparición de un hombre sin nombre y desnudo sobre la arena de la playa, arrojado por el oleaje, supondrá una amenaza que tratarán de conjurar imponiéndole una tarea casi imposible. Mientras le da cumplimiento, fuerzas mayores que las de un mortal trabajan calladamente para cambiar el destino de Isla de Lobos, ese confín que no aparece en los mapas y casi no está en el mundo.
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