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He aquí la historia de uno de los grandes enigmas científicos de nuestro tiempo y de cómo al fin ha sido desvelado. Los astrónomos, geólogos y evolucionistas del siglo XIX fueron los primeros en sugerir que, contrariamente a lo que afirma el relato bíblico, la Tierra y el Sol tenían -al menos- millones de años. Ya a principios del siglo XX, muchos profesionales del sector asumían tácitamente que el universo era muy, muy viejo. Y, llegados los años veinte, el descubrimiento del universo en expansión por parte de Edward Hubble, junto con la teoría general de la relatividad de Einstein, apuntaron hacia un posible principio de ese mismo universo: la gran explosión primigenia o big bang.
Luego se sucedieron las investigaciones y las teorías hasta que, ya en los años noventa, en la Universidad de Sussex, John Gribbin y sus colegas empezaron a desarrollar una nueva técnica para cuantificar, clara y exactamente, la constante de Hubble. Y a mediados de 1997 habían conseguido ya la clave para establecer finalmente que el universo es más viejo que las estrellas que contiene. Pues bien, este libro es el resultado de esas indagaciones, un intrigante relato lleno de pistas falsas, callejones sin salida y tanteos en la penumbra en busca de la verdad. La obra de un científico que, como investigador y astrónomo, intervino directamente en el gran descubrimiento final.
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