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Dos días de setiembres una narración en distintos planos acerca de la vida enfebrecida durante la vendimia en una pequeña y aristocrática ciudad andaluza.
Viajamos en el tiempo al Jerez de 1960, donde conviven clases sociales muy marcadas: ricos muy ricos, pobres míseros y una clase media claramente dependiente de los caprichos y ocurrencias de los caciques. A pesar del tiempo transcurrido, aún planea el fantasma de la guerra civil, y muchos de sus planteamientos siguen de plena actualidad: la dependencia económica femenina, los abusos de poder, y la apatía que conlleva la falta de horizontes.
Y todo ello plasmado en dos grandes temas: esa pequeña ciudad y el vino, elemento omnipresente de relación entre las personas, las cosas y el paisaje.
Dos días de setiembre contribuyó de manera poderosa a renovar el panorama narrativo español a comienzos de la década de los sesenta del siglo XX. Su afortunada técnica constructiva, siempre al servicio de unos asuntos profundamente humanos y sociales, redefinió, en parte, el estatuto de la novela moderna y abrió caminos y perspectivas de plena vigencia en nuestros días.
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