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La inscripción es la fuente de la publicidad registral. Mediante la inscripción de las fincas en el Registro Público de la Propiedad, se posibilita la oponibilidad de los derechos que se ejercen sobre ellas, tanto el dominio como cualquier otro derecho real como son el usufructo, el uso, la habitación, las servidumbres etcétera.
El Registro actúa como guardián silencioso pero celoso de los derechos reales, brindando seguridad a la propiedad y al tráfico inmobiliario.
Mediante la inscripción de los derechos reales, se informa legalmente a toda persona su existencia y titularidad, obligándolos a respetarlos o sufrir las consecuencias en caso contrario.
La sola inscripción produce efectos de conocimiento del derecho inscrito, en atención a la posibilidad de conocer los derechos registrados, con independencia de imponerse o no de los asientos respectivos.
Una vez inscritos, no es necesario realizar ningún acto para salvaguardarlos, su protección queda en el ámbito del Estado.
Esta protección produce efectos jurídicos más allá de la oponibilidad de los derechos, genera presunciones legales iuris tantum y iuris et de iuris, es decir, presunciones que admiten prueba en contrario y de pleno derecho, que no admiten prueba en contrario.
La mera inscripción del derecho actúa como la más eficiente defensa en juicio. Es causa de sobreseimiento en el caso de embargo y paraliza la acción de nulidad en contra del derecho del titular registral que ha alcanzado con ello la protección del Registro.
El estudio de la materia es fundamental para todo abogado, pero indispensable para los postulantes, sea que se trate de controversias sobre inmuebles, tales como el dominio como los demás derechos reales o bien, de la preferencia y prelación de créditos.
En esta monografía, la segunda en la materia de mi proyecto de estudio de la Institución Registral, acerco al estudioso del derecho y al postulante por igual, a una materia clave en la protección de los derechos y solución de controversias.