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Palanzos, 1896. Dos amigos de 19 años, Armando y Julián, sostienen, por mera diversión, una carrera de caballos. Armando, hijo de la viuda Placidia, participa en ella sentenciado ya por la mala suerte que conlleva su pobreza. Aunque todavía no es consciente de la situación. Carbunco, cacique del pueblo y padre de Julián, ha ido tejiendo durante años su plan para acabar con Armando, a golpe de amenazas y sobornos. La caída de su hijo, en el transcurso de la carrera, lo acelera. Sus designios se cumplen. Ante semejante furia, al justo harinero Dorbé, al ocioso e intrigante Ormaz, al astuto obispo, al violento sargento Cepeda y a las demás fuerzas de Palanzos, poco les cabe oponer. Armando toma abruptamente conciencia de su destino y trata de rebelarse. No lo consigue. A partir de ese momento diseña su venganza. Pero confía su ejecución a su cuñado, Isauro. De ese modo escapa a su control, produciendo un resultado que nunca hubiera deseado. Porque el marido de su hermana, Rosario, participa de una naturaleza tan corrupta como la de los poderosos contra quienes pretende satisfacción. No era fácil saberlo, porque ha vivido siempre una existencia anodina, entre sombras. Y cuando lo comprende es ya demasiado tarde para echarse atrás.
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