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El brote de múltiples formas de violencia -aparentemente carentes de sentido- en la vida de las sociedades supuestamente más avanzadas ha hecho palpable que la realidad de estas sociedades es mucho más compleja y está mucho menos estructurada de lo esperado. Casos tales como la brutalidad y el carácter aleatorio de los atentados terroristas en el ámbito público, o la persistencia de la violencia de género en el ámbito privado, no hacen sino poner de relieve los incumplimientos, las incapacidades o los engaños más graves del proyecto moderno y de los conceptos y teorías que venían alimentándolo. Por ello, la tarea de cortar las raíces de las violencias actuales y del sufrimiento que provocan debe incluir la revisión de lo que han sido las nociones y expectativas hasta ahora vigentes sobre la violencia, las cuales en su mayoría se han revelado ingenuas, insuficientes, incorrectas o contraproducentes.

Para contribuir a esta revisión, este libro parte del análisis de casos concretos y se propone un doble objetivo. En primer lugar, hace una reflexión crítica sobre el modo en que se representa la violencia en diversos ámbitos, de los más académicos a los más populares, para facilitar que se asuma la complejidad, la variabilidad y la sinuosidad que hoy presiden las múltiples formas de violencia. En segundo lugar, se analiza cómo la representación misma -en su sentido público e intersubjetivo- incorpora ya una cierta violencia y no es ajena a los mecanismos que la institucionalizan. La navaja de la violencia no sólo presenta el filo de los comportamientos y las instituciones que la ejercen: también el lado de las representaciones resulta afilado y cortante.