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John Henry Newman nació en Londres, estudió y fue profesor en la Universidad de Oxford. Como prestigioso clérigo anglicano buscó reforzar la autenticidad del anglicanismo acudiendo a los Padres de la Iglesia de los primeros siglos. Su estudio y lectura hace crecer en él la idea de que el depósito de la fe está en la Iglesia católica. Tras dedicar cuatro años al estudio y la oración se convirtió al catolicismo a los 45 años y abandonó su puesto en Oxford, que requería ser anglicano. Publicó más de veinte libros.
Como sacerdote católico eligió una vida fuera de Londres, en Birmingham, ciudad en pleno desarrollo industrial y con muchas necesidades humanas y espirituales que atender. Se le pidió que sacara adelante una Universidad católica en Dublín. Años más tarde le llegó cierto reconocimiento al ser nombrado Cardenal, pero no cambió su estilo de vida. Recibió numerosas calumnias por parte de anglicanos y católicos, lo que le indujo a escribir una de sus obras más famosas Apología pro vita sua. Tanto los ingleses como millones de personas en todo el mundo pueden sentir la alegría de contar entre los santos católicos a una persona respetuosa, honesta y heroica en la práctica de virtudes que anglicanos y católicos compartimos.
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