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El establishment jurídico y la maquinaria mediática estadounidense sostienen sin rubor en los más diversos foros ante el mundo entero -no solo en conversaciones informales y en las películas de Hollywood, sino también por escrito en la pluma de destacados académicos y representantes políticos- su convicción de que el sistema legal de los Estados Unidos de América es el mejor del mundo. Dentro de ese sistema, una de las estrellas rutilantes sería el ordenamiento procesal, especialmente en su vertiente penal.
Frente a eso, Juicios y mentiras es un ejemplo destacado de una nueva línea de pensamiento jurídico y político, que está llevando a cabo una meritoria revisión de esas ideas comunes e indiscutidas durante muchos años. En una sugestiva panorámica, no por amena menos rigurosa, su autor no duda en calificar el actual sistema de enjuiciamiento criminal estadounidense de ruina y de caro fracaso, necesitado urgentemente de reformas en profundidad. Y, como muestra el título, pone el acento en esa gran olvidada, la verdad, reivindicando la necesidad de que el proceso se centre en la determinación fiable de los hechos, como requisito previo e indispensable para que la operación de la maquinaria, jurídica -tanto sustantiva como procesal- no opere sobre una ficción de legalismo formalista.
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