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Quien crea que las imágenes de violencia y barbarie se han vuelto infinitas estará de acuerdo con Georges Didi-Huberman en que vivimos en la época de la imaginación desgarrada. Acaso por el carácter candente del mundo de hoy la imagen se impone con tanta fuerza en nuestro universo estético, cotidiano, político, histórico: nunca antes mostró tantas verdades tan crudas, nunca antes nos mintió tanto ni experimentó tantas manipulaciones, nunca sufrió tantas censuras, nunca se habían refinado tanto las estrategias para destruir una fotografía incómoda. Y sin embargo, la imagen sobrevive, como un objeto salvado de un incendio. Nos invita a mirarla, a recuperar la emoción de descubrirla, nos revela un secreto. Para advertirnos de los riesgos de una mala o incompleta interpretación de una imagen, Didi-Huberman repasa los hallazgos de aquellos teóricos y artistas que intentaron producir un conocimiento crítico sobre las imágenes, de Freud y Aby Warburg, Benjamin y Deleuze a artistas como Goethe, Eisenstein o Man Ray. El resultado son dos ensayos que plantean preguntas esenciales: qué clase de conocimiento puede ge
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