En algunas ocasiones las existencias pueden estar erróneas o no se lo podremos conseguir en el plazo señalado. Confiamos en su comprensión y le agradecemos la confianza depositada. Esperamos no defraudarle.
Existen no uno, sino dos Carlo Gesualdo. El primero, y sin duda el más conocido, es el Gesualdo de la leyenda negra: el músico que asesinó a su primera mujer y a su amante, el autor de unos madrigales tan atestados de disonancias que generaciones de comentaristas creyeron ver en ellos el reflejo dramático de aquel crimen. El cromatismo gesualdiano, tan enigmático e inexplicable para los oídos de la posteridad, se erigía así en paradigma sonoro de una personalidad visionaria y maldita, que siglos atrás había cultivado con profética antelación la emancipación de la disonancia. Sobre el tronco de esta imagen consolidada, a mediados del siglo xx empezó a delinearse de manera progresiva el perfil de un segundo Gesualdo, más en sintonía con la verdad histórica y el marco de su época. La investigación musicológica sentó las bases para separar la leyenda de los hechos comprobados con el objetivo de comprender la motivación real de sus conductas. La monografía de Denis Morrier constituye en este sentido un ejemplar acercamiento a la figura de Gesualdo. Con una admirable mezcla de claridad expositiva, capacidad de
Este sitio web sólo utiliza cookies propias. Puedes configurar la utilización de cookies u obtener más información aquí
Más información sobre el uso de "cookies" y sus opciones de privacidad
Este sitio web utiliza cookies propias que se detallan a continuación en el panel de configuración.
A través del mismo, puede aceptar o rechazar de forma diferenciada el uso de cookies, que están clasificadas en función del servicio. En cada uno de ellos encontrará información adicional sobre sus cookies. Puede encontrar más información en la Política de cookies.
Estrictamente necesarias (técnicas):
Se usan para actividades que son estrictamente necesarias para gestionar o prestar el servicio que usted nos ha solicitado y, por tanto, no exigen su consentimiento.