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Con el «privilegio» de haber llegado a octogenario, Cajal pasó revista en su último libro, editado tras su muerte (y que rápidamente seconvirtió en un libro clásico reeditado numerosísimas veces durantemedio siglo), a diferentes aspectos de la vida nacional, alguno de los cuales sigue todavía pendiente de resolución. El sabio español es eneste volumen un observador, no solo de los muchos e irremediablesproblemas físicos que trae consigo la senectud, sino también dealgunos asuntos fundamentales que su patria no había resuelto y quecasi un siglo después continúan sin respuesta. Sobresale entre ellosla escasa vocación estatal por la investigación científica,limitándose a puntuales aportaciones al margen de un proyecto nacional pese a la buena cantera que el país proporciona humanamente. En estagavilla de escritos no faltan percepciones castizas del mundomadrileño, de esa ciudad en la que cuajó la mayor parte de subiografía humana y científica. Es, en definitiva, un libroprofundamente testimonial de un solitario y descreído octogenario delos años treinta, que también podría pertenecer a nuestro tiempo y anuestra
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