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Tras la muerte de doña Jimena Antxia, su heredero tendrá un inmenso poder político y económico, pero para ello deberá controlar Basabe. Sus hijos se enfrentarán en una lucha fratricida por dicho control. Con este argumento, el autor nos sumerge en el siglo XIV. Una de las épocas históricas de mayor retroceso, más oscura y donde el poder de la fuerza, aderezado con importantes dosis de miedo e incultura, insuflados y alentados desde las castas más nobles y la propia Iglesia Católica, llevaron a la humanidad a la mayor desigualdad social y de clases conocida hasta ese momento, donde hombres, teóricamente libres, eran tratados de facto como esclavos. Dentro de un marco en el que la línea entre lo real y lo mágico era muy tenue, en Heredero mío se intercalan la historia de la lucha por el poder de los señores feudales, con las historias de las gentes del pueblo llano, sencillo e inculto que luchaba por sobrevivir a su señor, al hambre, a las enfermedades, a la peste negra y al Santo Oficio.
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