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En 1987, Robert Solow (premio Nobel de Economía, 1987) decía en tono de broma: «La era de la informática es visible en todos lados, salvo en las estadísticas de productividad». Esta cuestión pasó en seguida a conocerse como la «paradoja de la productividad». ¿Por qué persiste en nuestros días? ¿Por qué quienes trabajan con el conocimiento dedican un tercio de sus días a realizar correcciones innecesarias, trabajo evitable y servicios excesivos a pesar de la tecnología ofimática existente que había prometido estandarizar, incluso automatizar, sus actividades? ¿Y por qué nadie se da cuenta de ello? En este libro se presentan respuestas y soluciones a estos interrogantes. La paradoja de la productividad en la era del conocimiento deja al descubierto el desperdicio ?bienintencionado? que se oculta a simple vista en todas las organizaciones. Revela las tendencias arraigadas de la percepción que engañan a nuestro cerebro para que acepte el statu quo y pierda oportunidades decisivas. Traza paralelismos asombrosos con la producción industrial, que descifró este mismo código hace más de cien años.
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