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A diferencia de un mundo que asocia la belleza con lo ôefímeroö o ôlotersoö, en la arquitectura y en la poesía, en las redes sociales,Ramón Cote nos recuerda en este libro la aspereza de las cosascotidianas. Cada poema habla de un escritor que ha combatido sinreservas con su pasado, para volver a habitar en ôun presentecontinuoö. Es un hito para su propia poesía. El poeta de las pinturasy los vestigios ha ocupado finalmente el centro del cuadro. Tambiénestamos hechos de casas demolidas y oportunidades perdidas, parecedecirnos, de excavaciones solitarias en la última caja de lasmudanzas, de un brillo en las ventanas donde estuvo algún día lafelicidad. Y de un poema a sus hijas encontrados en los papeles. Y deamigos y parientes que ya no están. O de viajes y lecturas en que porun momento hemos rozado la experiencia de lo sagrado. Esas felicidades clandestinas que están reservadas para la ciudad de los solitarios,esos que fueron reyes por un día, celebrando el cumpleaños en elúltimo rincón de la oficina; los hombres o mujeres que ya nuncaestarán en la portada de una Vanity Fair, pero a los que les fue dadala po
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