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Stalingrado ha pasado a la historia como la batalla urbana por excelencia y como una de las más grandes, duras y sangrientas de la Segunda Guerra Mundial, en particular, y de toda la Historia Militar en general. Durante cuatro meses del otoño-invierno de 1942-1943, las fuerzas alemanas y soviéticas concentraron sus ataques en la fábrica de armas Barrikady y todo su distrito fabril. Los alemanes reunieron a los mejores batallones de zapadores de las divisiones del Sexto Ejército con el fin de asestar el golpe definitivo a este lado del Volga. Estas tropas expertas en asaltos y combate urbano debían expulsar a los restos de las divisiones soviéticas a la margen oriental del río y hacerse, así, con el 100 por cien de la ciudad. Los soviéticos, por contra, hicieron esfuerzos sobrehumanos en una resistencia a ultranza con cabezas de puente mínimas en la orilla occidental de Stalingrado, privando así a los alemanes de su conquista. Entre Barrikady y el Volga quedó aislada la 138.ª División de Fusileros del coronel Lyudnikov, que aguantaría su perímetro contra viento y marea con apenas un puñado de hombres.
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