En algunas ocasiones las existencias pueden estar erróneas o no se lo podremos conseguir en el plazo señalado. Confiamos en su comprensión y le agradecemos la confianza depositada. Esperamos no defraudarle.
A finales del siglo XIX, buena parte de la humanidad se jactaba de haber dejado atrás los tiempos oscuros de la barbarie y la arbitrariedad política. Pero, pese al imparable avance de los movimientos democráticos, la mitad del género humano seguía sometida a un régimen de servidumbre insólito: despojadas de los derechos civiles más básicos y condenadas a cumplir una función meramente reproductiva, las mujeres eran un simple apéndice del hombre, al que tenían que entregarse en todos los órdenes de la existencia. El filósofo John Stuart Mill y su esposa Harriet Taylor dedicaron buena parte de su vida a analizar las formas que había adoptado la dominación masculina y expusieron con rigor y valentía los prejuicios trasnochados, contrarios al espíritu liberal de la modernidad, en que se basaba. En el presente volumen se recogen los dos textos más relevantes de ese proyecto intelectual: La esclavitud femenina de John Stuart Mill (1868), que fue traducido en 1891 por doña Emilia Pardo Bazán y del que ofrecemos una versión corregida y actualizada, y La emancipación de las mujeres (1851) de Harriet Taylor, que hasta
Este sitio web sólo utiliza cookies propias. Puedes configurar la utilización de cookies u obtener más información aquí
Más información sobre el uso de "cookies" y sus opciones de privacidad
Este sitio web utiliza cookies propias que se detallan a continuación en el panel de configuración.
A través del mismo, puede aceptar o rechazar de forma diferenciada el uso de cookies, que están clasificadas en función del servicio. En cada uno de ellos encontrará información adicional sobre sus cookies. Puede encontrar más información en la Política de cookies.
Estrictamente necesarias (técnicas):
Se usan para actividades que son estrictamente necesarias para gestionar o prestar el servicio que usted nos ha solicitado y, por tanto, no exigen su consentimiento.