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Una defensa del nihilismo como filosofía de una vida que merece ser vivida En estos tiempos incrédulos y desapegados, proliferan los análisis que advierten sobre el supuestamente horroroso nihilismo que domina y amenaza a nuestra civilización. Pero el filósofo Jesús Zamora Bonilla lo tiene claro: es preferible vivir en esta sociedad nihilista que en cualquiera de los lugares a los que los antinihilistas aspiran a trasladarnos. El nihilismo no ha tenido prácticamente defensores entre los filósofos más destacados, por lo que es una filosofía un tanto huérfana. La nada nadea viene a rellenar ese hueco, para hacernos ver que la mala fama que tiene esta corriente de pensamiento no está justificada. Porque el nihilismo no es más que la negación de la existencia de valores absolutos y trascendentes (ya vengan dados por un ente sobrenatural, por una razón universal y abstracta, por la naturaleza, o por la sociedad). Este libro explora, con un tono humorístico, divulgativo y optimista, las dos corrientes filosóficas que más han contribuido al desarrollo histórico del nihilismo: el escepticismo y el positivismo. Y presenta los cuatro pilares fundamentales sobre los que se apoya la concepción nihilista de la existencia: el ateísmo (el rechazo de la fe religiosa), el determinismo (la negación del libre albedrío), el relativismo (la aceptación de que no hay valores morales objetivos y absolutos) y el materialismo (el reconocimiento de que, en el fondo, sólo importa lo material). Zamora Bonilla demuestra que afirmar que nuestra existencia carece de sentido objetivamente hablando no significa que estemos condenados a una especie de vida triste, inauténtica o alienada: la vida humana no necesita tener un sentido transcendental para que merezca la pena vivirla y mejorarla. No pasa nada porque no haya libre albedrío, ni porque sólo seamos materia, ni porque no haya un Dios creador. Este ensayo nos enseña que aceptar el nihilismo no tiene por qué llevarnos a ningún tipo de apatía o derrotismo, y que una sociedad consumista, alejada de lo heroico, puede ser un mundo mucho mejor para vivir que el imaginado por los críticos del nihilismo.
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