En algunas ocasiones las existencias pueden estar erróneas o no se lo podremos conseguir en el plazo señalado. Confiamos en su comprensión y le agradecemos la confianza depositada. Esperamos no defraudarle.
La escritura de Salvador Lera es eso, escritura, y como tal no soporta bien su conversión en otras palabras, por más que ella misma, testigo y leyenda, sea texto que da cuenta de otra cosa; pero, ¿qué cosa?, habrá que preguntarse.El borboteo rítmico, atractivo, de las palabras de testigo y leyenda (un itinerario) nos coloca en el estado de sentir que no tendrá fin, no lo tiene, y que va a sonar por encima de nosotros, de lo que somos capaces de articular al leer, como si se tratara de un fenómeno autónomo, humanamente cósmico (natural).Su disposición en minúsculas ya evita o disimula los topes gráficos reforzando la fluidez. A mí me resulta imposible leer este libro despacio, hay cierta precipitación del sonido que aspira las imágenes y las ideas llevándolas a su caudal. Ahí, en el caudal, es donde sucede la lectura.Imagino la puesta en voz de este libro en un espacio amplio, de grandes dimensiones o suficientemente oscuro como para no ver sus límites. Allí, distribuidos de un modo poco regular, habrá distintos puntos desde los que la voz se entregará a la letra con distintos ánimos: más calma, más incisiva,
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