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Hoy es inconcebible que la historia la hagan los pueblos: nuestro tiempo deriva de la circulación de mercancías y capitales. ¿Cómo afrontar la crisis de la democracia si no hay derecho a la ciudad ni espacio para la gente? El mayor depredador de la democracia es el insaciable sistema capitalista. Desbocando el ritmo de la historia, el siempre hambriento capitalismo vacía la capacidad de agencia para la emancipación, saturándonos de dispositivos que destruyen creativamente el espacio social para posibilitar la movilización global del poder y el dinero. Hoy es inconcebible que la historia la hagan los pueblos: nuestro tiempo deriva de la circulación de mercancías y capitales. ¿Cómo hacerle frente al sistema capitalista si no ha lugar para la política? ¿Cómo afrontar la crisis de la democracia si no hay derecho a la ciudad ni espacio para la gente? El presente libro subraya la dimensión política del capitalismo como un auténtico gobierno del shock, práctica del desastre que aniquila el espacio social, y estimula la supervivencia y soberanía del más fuerte. Como respuesta, atisba un horizonte desde el que co
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