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En Microfísica sexista del poder se analiza cómo, desde principios de la década de 1990, el relato sobre el llamado caso Alcàsser se articuló como una construcción social que trató de resituar unas fronteras que no deberían haber sido traspasadas por las mujeres. La narrativa creada en torno a la desaparición forzada de las tres chicas hablaba de límites que no deben ser cruzados y espacios que no deben ser ocupados ?salir de noche, viajar sola, hacer autostop ? para convertir el relato sobre el peligro sexual en un aviso y un castigo aleccionador. Así, los discursos sociales, mediáticos y políticos diseminados al hilo del crimen se orquestaron como una contraofensiva patriarcal ante la conquista de espacios de libertad del movimiento feminista y de las mujeres en general. Nerea Barjola parte del caso concreto para hacer un planteamiento general sobre el funcionamiento de lo que denomina microfísica sexista del poder, entendida como una «dinámica del poder que hace del relato sobre el peligro sexual un mecanismo eficaz, escurridizo y complicado de asir» en que «el proceso de elaboración del relato es parte
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