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En John Wayne había algo que atraía por igual a amigos y enemigos. Era un hombre gigantesco, pode-roso y tremendo. Con los años perdió la apostura desafiante de la juventud. Se le cayó el pelo, engordó, su cara se llenó de arrugas. Pero los cambios, sorprendentemente, aumentaron su atractivo. Se convirtió, más que nin gún otro personaje de su siglo, en el símbolo de Estados Unidos. Pero, ¿de qué están hechos los héroes? Duke no era más que un actor. Entonces, ¿por qué evo ca su figura sen-saciones tan eternas y poderosas? ¿Por qué se han acuña do me da llas con su imagen, bautizado escue-las y aeropuertos con su nombre? ¿Por qué los televidentes siguen encontrándose con sus películas todas las no ches? A esas preguntas, y a otras muchas, intenta responder el autor. Juan Tejero disecciona la vida real del mito, describiendo una personalidad compleja, tan marcada por la fragilidad y la inseguridad como por la fuerza y el coraje. También aclara algunos puntos relativos a la aportación de Ford a la carrera de Duke, revela la verdadera razón que le impidió alistarse en el Ejército y derriba algunos otros de lo
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