En algunas ocasiones las existencias pueden estar erróneas o no se lo podremos conseguir en el plazo señalado. Confiamos en su comprensión y le agradecemos la confianza depositada. Esperamos no defraudarle.
Sevilla, 1570. Con el trasfondo de la guerra de las Alpujarras, el rey Felipe II se dispone a visitar la ciudad, en donde hará una entrada solemne que los humanistas sevillanos desean equiparar a los triunfos de la antigüedad. Pero una conjura urdida por los rebeldes granadinos, apoyados por el sultán Selim II, amenaza su vida: sus enemigos tratan de impedir que se configure la Liga Santa que podría derrotarles en el Mediterráneo, y preparan un atentado que acabe con el monarca. Unos días antes de la llegada del rey, el cadáver torturado de un joven es encontrado en el río: el jurado Fernando de Medina y el clérigo Francisco Pacheco deberán resolver el asesinato por orden del asistente de la ciudad. Pero las cosas no son lo que parecen, y el crimen se solapa con una conspiración que, a menos que ambos lo impidan, podría lograr la muerte de Felipe II. ¿Conseguirán los dos pesquisidores evitar el atentado que pretende eliminar a la cabeza de la monarquía? Y el marco de todos estos hechos es Sevilla, una ciudad que se percibe a lo largo de estas páginas como la capital del mundo que fue durante el siglo XVI: a
Este sitio web sólo utiliza cookies propias. Puedes configurar la utilización de cookies u obtener más información aquí
Más información sobre el uso de "cookies" y sus opciones de privacidad
Este sitio web utiliza cookies propias que se detallan a continuación en el panel de configuración.
A través del mismo, puede aceptar o rechazar de forma diferenciada el uso de cookies, que están clasificadas en función del servicio. En cada uno de ellos encontrará información adicional sobre sus cookies. Puede encontrar más información en la Política de cookies.
Estrictamente necesarias (técnicas):
Se usan para actividades que son estrictamente necesarias para gestionar o prestar el servicio que usted nos ha solicitado y, por tanto, no exigen su consentimiento.