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Emilia Pardo Bazán era una voraz lectora de todo tipo de temas y disfrutaba especialmente de las historias de detectives, aunque solo fuera para después criticarlas. Precisamente por eso, por su curiosidad innata, porque había leído todos los grandes estudios sobre ciencia forense de su tiempo y seguía con avidez los procesos judiciales que narraban los periódicos extranjeros, cuando se cometía un crimen real sacaba a relucir sus propias dotes detectivescas. Como ella misma explicaba, todos llevamos dentro algo de instinto policiaco y en su caso, al leer en la prensa la noticia de algún un crimen, experimentaba deseos de verlo todo: los lugares, los muebles, los rastros, e intentar encontrar la pista del criminal.La pasión por la crónica negra habría de servirle para escribir relatos de ficción a partir de un hecho real, demostrar que había leído abundante bibliografía de criminología y entendía de todos estos temas y, también, que conocía al dedillo las aventuras de Sherlock Holmes, que despreciaba. Pero, sobre todo, habría de servirle para escribir su opinión sobre estos crímenes en la prensa defendiendo o
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