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La octava colina de Roma, el Gianicolo, debe su nombre a Jano, el dios de rostro bifronte, en el que un perfil mira a lo que ya ocurrió, mientras que el otro vislumbra el futuro. Una doble mirada que también sirve para representar la labor y la función de los archivos en arte y educación. Sin embargo, su casi total ausencia genera la necesidad de instaurar protocolos de documentación que, como los perfiles de Jano, custodien el pasado, interpelen al presente e imaginen el futuro de la educación artística. Evocando el arca como contenedor que guarda y preserva de la desaparición, esta obra ùresultado de más de diez años de una investigación que Sara Torres-Vega ha culminado en la Real Academia de España en Romaù celebra y reconoce los pocos casos de archivos que han sobrevivido en distintos lugares del mundo a las múltiples dificultades para contar la historia propia del arte y la educación, custodios de los saberes de una profesión incierta y efímera. De ahí la necesidad, desde el presente, de instaurar protocolos de documentación y archivo ùcajasù para el futuro, ofreciendo pautas y claves para que cualqu
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