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Todos coincidíamos en que las torres no se podían caer sin bombas de demolición, que la hora del ataque era absurda porque no eran objetivo las grandes inteligencias económicas norteamericanas en ese momento ausentes, que en el hueco del Pentágono no cabía un boeing 747 ni de broma. Pero una mentira repetida un millón de veces por los manipulados medios de comunicación se vuelve verdad. No importa que intelectuales de la talla de Chomsky sigan sosteniendo la teoría del autoataque, no importa que den a conocer un documento desclasificado de la CIA en donde se le proponía en 1963 a John F. Kennedy estrellar un avión pintado de Cubana de Aviación en el mismísimo Pentágono, no importan las voces de periodistas como Thierry Meyssan que documenta todos los intereses de la familia Bush fortalecidos con el 11-S en su libro La gran impostura ni el trabajo de David Ray Griffin titulado 115 mentiras sobre los atentados del 11 de septiembre. [ ] Y como una mentira contada mil veces cobra la etérea forma de la verdad, cínicamente quise escribir la mía.
Jaime Chabaud
Premio Nacional de Dramaturgia Víctor Hugo Rascón Banda 2006.
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