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Las muertas comienza en un soleado día de enero en el que cuatro viajeros cruzan con parsimonia una sierra mexicana. Tras llegar a Salto de Tuxpana, ya con la luz declinante, preguntan por una panadería, les dan las direcciones de las tres que existen. En la última que visitan, la única mujer de entre los cuatro, reconoce su objetivo, preparan una lata de gasolina que derraman en el piso del local, lo prenden fuego y escapan tan tranquilos como habían llegado. Las únicas víctimas del incendio, el matrimonio que rige el sitio, sobrevive y es el marido el primero en hacer una declaración de los hechos. Poco podían sospechar que, de ese interrogatorio a una víctima, acabarían deshilando una de las tragedias más surrealistas, siniestras y hasta cómicas, que se recuerda en México. Inspirado en una historia real, el descubrimiento de varios cuerpos de mujeres enterradas, Jorge Ibargüengoitia utiliza con maestría la narración de los hechos como si de una investigación policial o periodística se tratara, sirviéndose de la ironía, el humor negro, incluso el sarcasmo, vamos conociendo a los personajes principales
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