En algunas ocasiones las existencias pueden estar erróneas o no se lo podremos conseguir en el plazo señalado. Confiamos en su comprensión y le agradecemos la confianza depositada. Esperamos no defraudarle.
Educar es un reto permanente para los padres. Pero lo es en especial cuando los hijos viven esa interesante etapa de la vida que es la adolescencia. No hay padres con hijos adolescentes que no compartan sus dificultades, aunque a menudo no encontramos más que lamentaciones, y más raramente ayuda recíproca. Al igual que se ponen límites para que un niño de dos años no se asome a la ventana, hay que poner límites algunos innegociables en la adolescencia. No es fácil. Al igual que escuchamos el llanto de un niño y de un adulto para interpretar lo que está viviendo, es preciso escuchar lo que los adolescentes cuentan y lo que no cuentan, para caminar juntos en la unidad familiar o de convivencia. La necesidad de autoridad tan rechazada en esta etapa es una condición necesaria para desarrollar una personalidad aún no formada. ¿Habrá que ser más blandos, más estrictos, más tolerantes, menos autoritarios, más comprensivos, más amables ¿Habrá que confiar más en ellos, dejarles más libres ... ¿Quién no se hace un sinfín de preguntas En todo caso, la relación entre padres e hijos es también un ámbito de humanización,
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