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Constantino es, acaso, el último gran emperador de Roma, no en balde, ganó su apelativo de el Grande. La Roma de Constantino, un libro exquisitamente ilustrado, explora su figura y su tiempo, un camino que le llevó a destruir la Tetrarquía para conseguir gobernar el imperio en solitario y a privilegiar la fe en Cristo sobre los viejos cultos. Una vida plena de contradicciones y ambigüedades, que matizan el relato canónico que el cristianismo ha transmitido en torno a su figura, cuajado de sesgos y lagunas. Aunque su andadura culminaría con la fundación de una nueva urbe, destinada a ser célebre Constantinopla, no podemos olvidar que fue Roma el escenario de su primera y decisiva victoria, derrotado Majencio en el puente Milvio.
La Ciudad Eterna, símbolo perenne del poder romano, vivió con Constantino su último gran momento de esplendor constructivo. La Roma de Constantino fue la última Roma monumental de la Antigüedad, pero, al mismo tiempo, inauguró la primera Roma cristiana. El programa edilicio del emperador refleja esta doble e indisoluble faceta y evidencia tanto su hambre de poder como la nueva orientación religiosa, a través de basílicas, arcos y estatuas colosales, cuyos espectaculares restos todavía podemos contemplar. Pablo Aparicio Resco y Néstor F. Marqués «Antigua Roma al Día», expertos en arqueología, reconstrucción virtual e historia romana, han unido fuerzas para que monumentos tan emblemáticos como el arco de Constantino, la basílica de Majencio o las hieráticas estatuas del Dominus pasen de ser piezas inertes para solaz de turistas a cobrar vida en este impresionante libro ilustrado repleto de imágenes y reconstrucciones 3D virtuales.
Destaca la investigacioŽn que los autores han llevado a cabo para reconstruir, con mimo exquisito y un detalle que podriŽa tomarse por fotograŽfico, la primera basiŽlica de San Pedro, imponente sobre la colina Vaticana, para atraer y acoger a los cada vez maŽs numerosos fieles del culto que pronto se oficializariŽa en el imperio: el cristianismo. Constantino, como uŽnico emperador de un uŽnico imperio y bajo la mirada de un uŽnico dios, cristalizoŽ en esta gran estructura su plan religioso, levantando en maŽrmol y ladrillo la profeciŽa de su triunfo: «Con este signo venceraŽs».
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