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Lo importante no es cuál es el lugar de una autoridad sino la razón por la que su lugar es aquel, dice el autor de este pequeño volumen, aportación y reflexión sobre la imagen de los poderes locales en su expresión pública.
Con una metodología heterodoxa, el autor presenta un conjunto de asuntos relativos a la presencia pública de los poderes municipales en un intento de desmitificar el aura casposa (e incomprensible para los ciudadanos) de la morbosa “manía protocolaria” que, más allá de las altas instituciones del Estado, azota hasta los más pequeños municipios y provincias confundiendo a las autoridades en general y a los alcaldes de los medianos y pequeños municipios en particular, que han perdido su tradicional buen hacer confundidos y menoscabados por el staff —a veces diletante— de los gobiernos de los otros Entes del Estado.
No existe la ciencia del protocolo como se dice por ahí, tampoco es un método; en cualquier caso, sólo un conjunto de técnicas, pero que suponen una actitud formativa y crítica para hacer frente a situaciones en las que se exige un alto sentido de la responsabilidad institucional por cuanto a las “materias” tan sensibles con la que se trabaja como es la representación de las instituciones y la precedencia de sus órganos de gobierno en un Estado democrático. No es un juego de niños, ni de “gurus”, ni de gentes “con gusto” o personajes estirados. En una sociedad democrática protocolo no hay más que uno, el que procede de la ley. Se trata de la imagen de los poderes locales que se expresa en sus actividades institucionales, en sus formas y en sus símbolos como sustancia del poder.
Como un mosaico de asuntos o temas varios, a veces alejados entre sí, el autor mezcla aspectos históricos —o de la historia de la cultura— con las más elementales técnicas de organización de actividades institucionales (de carácter local), dirigidos a un público cada vez más interesado, como los numerosos estudiantes de estas materias, los funcionarios a los que les asignan, por su motivación, estas cuestiones o los cargos de confianza a los que en más de una ocasión les toca lidiar con las actividades de su Ayuntamiento.