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El 13 de enero de 1898, el diario parisino L?Aurore publica en primera página una carta abierta de Émile Zola dirigida a Félix Faure, presidente de la República Francesa, bajo el título impactante J'?ccuse! En el Yo acuso, Zola denuncia con fervor y lucidez la trama de imposturas, manipulaciones y mentiras, nutridas de antisemitismo y ramplón patriotismo, que habían conducido, tres años antes, a condenar al capitán Alfred Dreyfus a la reclusión perpetua en el infame presidio de la isla del Diablo. Pero el texto de Zola es mucho más que eso: es el acto legitimador y el modelo de la intervención de los intelectuales en los asuntos públicos. No en vano la palabra misma, ?intelectual?, fue acuñada a la sazón para describir ?si bien con ribetes despectivos que el tiempo se ha encargado de limar? la actitud adoptada por Zola, que el mismo Anatole France definió como ?un momento privilegiado de la conciencia humana?. El lector hallará en este libro, claro está, el célebre manifiesto, pero también todas las intervenciones hechas por Zola en torno al caso Dreyfus, cuyo feliz desenlace el autor de Germinal no alcanzó
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