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?Mi hambre es más grande que mi vergüenza. Que se rían si quieren. No quiero morirme de hambre, ya me reiré de ellos cuando salga de aquí. Mi triunfo será haber sobrevivido a todo esto.? Yo le pinté el bigote a Stalin es la primera publicación de la alemana Erika Riemann (1930-2021) y esta es la primera vez que se traduce al castellano. Sus reediciones han sido constantes en Alemania al tratarse de uno de los pocos testimonios de la temprana opresión soviética en el país. En este libro Riemann narra cómo a partir de usar un pintalabios para que un retrato de Stalin no parezca tan serio acaba con sus huesos en prisión. Ella tenía catorce años en su primer interrogatorio y aún no había finalizado el año 1945. La broma le costó ocho años en diversos presidios y campos de concentración. Pero este relato es también la Testarudez de una jovencísima Erika que no se deja amilanar ante la injusticia, que contribuye a los movimientos grupales femeninos en prisión para poner fin al maltrato. Este relato también es el tiempo de después, el de una vida marcada por la falta de libertad, por la inexperiencia de una muj
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