En algunas ocasiones las existencias pueden estar erróneas o no se lo podremos conseguir en el plazo señalado. Confiamos en su comprensión y le agradecemos la confianza depositada. Esperamos no defraudarle.
Soltera, altiva y distante, Leonora Eyre es una exquisita dama londinense. En su juventud cosmopolita no le faltaron admiradores, pero su mayor pasión son ahora las antigüedades victorianas. Podría decirse que su perfeccionismo maniático le ha impedido hallar el amor verdadero. Todo cambia cuando conoce a Humphrey Boyce y a su apuesto sobrino James en una subasta. Ambos quedan prendados de Leonora, que muestra una clara preferencia por el joven. Aun así, se deja agasajar por Humphrey ?un pretendiente menos excitante pero más «adecuado»?, pues no ignora que su idilio con el veinteañero es un asunto platónico. Poco a poco, Leonora verá confirmadas sus sospechas acerca de la ambigua sexualidad de James y descubrirá que este le es infiel. Presa de los celos y con el corazón roto, ¿podrá perdonar al joven y resignarse a no ser la única destinataria de sus afectos? ?Pese a que fue rechazado por veintiuna editoriales y no llegó a verlo publicado en vida, Barbara Pym consideraba Murió la dulce paloma como su libro más perfecto. De lo que no cabe duda es de que la escritora británica volcó en esta novela lo mejor
Este sitio web sólo utiliza cookies propias. Puedes configurar la utilización de cookies u obtener más información aquí
Más información sobre el uso de "cookies" y sus opciones de privacidad
Este sitio web utiliza cookies propias que se detallan a continuación en el panel de configuración.
A través del mismo, puede aceptar o rechazar de forma diferenciada el uso de cookies, que están clasificadas en función del servicio. En cada uno de ellos encontrará información adicional sobre sus cookies. Puede encontrar más información en la Política de cookies.
Estrictamente necesarias (técnicas):
Se usan para actividades que son estrictamente necesarias para gestionar o prestar el servicio que usted nos ha solicitado y, por tanto, no exigen su consentimiento.