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El amotinamiento corrió como un reguero de pólvora por los buques de guerra de madera durante la era de las revoluciones. Mientras los comuneros asediaban a la nobleza por toda Europa y los obreros esclavizados prendían fuego las islas-plantación, en los océanos, cientos de miles de marinos navales apuntaban sus armas al alcázar y derrocaban el régimen absoluto de los capitanes. A comienzos de la década de 1800, entre un tercio y la mitad de todos los marinos navales que prestaban servicio en el Atlántico Norte habían participado en al menos un motín, muchos de ellos en varios, y algunos incluso en amotinamientos en buques de diferentes armadas. En Bandera de sangre, el historiador Niklas Frykman explora con una prosa vívida cómo una década de conflictos violentos a bordo allanó el camino hacia una forma diferente de política radical que fusionó la cultura igualitaria de las comunidades marítimas del Atlántico Norte con el republicanismo constitucional de la era revolucionaria. El intento de establecer una república marítima radical no tuvo éxito, pero la bandera roja que flameaba en los mástiles de los
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