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Juan, un joven ganadero de la remota comarca asturiana de Los Oscos, descubre de manera fortuita el cadáver de su amigo Ramiro colgando de la rama de un castaño. Aunque pueda parecer un suicidio, está convencido de que su vecino no tenía ningún motivo para quitarse la vida. Y las pruebas le dan la razón. Desde ese instante comienza a buscar sin descanso respuestas que lo conduzcan a averiguar la identidad del asesino, con un doble motivo. Por un lado, porque está acostumbrado a la desidia de las autoridades respecto a lo que acontece en aquella zona perdida. Teme, y con fundamento, que el asesinato de su amigo pase a engrosar la lista de casos sin resolver. Y por otro, porque la teniente que lleva el caso se ha empeñado en colgarle el muerto. De esa manera descubre que Ramiro, que trabaja para una ONG ecologista que lucha por mejorar las condiciones de vida de los osos, se ha labrado numerosos enemigos en el ejercicio de sus tareas. Gentes despiadadas que no dudan en infringir las leyes sin importarles las consecuencias. Su búsqueda lo conducirá, además, a desenterrar viejas historias que fueron el origen de
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