En algunas ocasiones las existencias pueden estar erróneas o no se lo podremos conseguir en el plazo señalado. Confiamos en su comprensión y le agradecemos la confianza depositada. Esperamos no defraudarle.
Los dioses adoran jugar con nosotros, los meros mortales. Y, cada cien años, se lo permitimos
Nunca he gozado del favor de los dioses. Más bien todo lo contrario, gracias a Zeus.
Estoy maldita y trato de pasar desapercibida en la Orden de los Ladrones, con la esperanza de que los caprichosos seres que gobiernan desde el Olimpo no reparen en mí. Algo que no es fácil, porque Zeus es el patrón de mi ciudad, San Francisco. Pero, de algún modo, sobrevivo. Hasta que, una noche, me cruzo con un dios distinto.
El peor dios. Hades.
Por primera vez, el dios del Inframundo va a participar en el Crisol, una competición que los dioses organizan para decidir quién será el nuevo rey que se sentará en el trono del Olimpo. Pero en vez de luchar ellos mismos, los dioses eligen a mortales para competir en su nombre.
Pero, ¿por qué Hades me ha elegido a mí, a una donnadie que además carga con una maldición, como su campeona? ¿Y por qué mi corazón da un vuelco cada vez que dice que soy suya?
No sé si soy un peón, cebo o algo completamente distinto para este oscuro y tentador dios. ¿Cómo voy a saberlo si su mente tiene más secretos que estrellas hay en el cielo?
Hades juega usando sus propias reglas y la Muerte siempre gana.
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