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Torcuato Tasso (1554-1595) es una de las figuras señeras del Renacimiento europeo y, probablemente, el poeta más grande que ha dado nunca la lengua italiana. Si bien debe su mayor celebridad a ser el autor de la Jerusalén liberada, una de las cimas de la poesía épica occidental, fue, y no en menor medida, un extraordinario poeta lírico y dramático. Ejemplo de esto último son la Aminta (el drama pastoril más bello del Renacimiento) o El rey Torrismondo, una tragedia singular. Muy admirado por escritores de la talla de Milton, Goethe, Byron o Leopardi, Tasso publicó sus Poemas etéreos en un momento especialmente dulce de su vida. Era un joven poeta que había escrito ya, y publicado con éxito, un poema épico de la envergadura del Rinaldo, ante el que se abrían grandes expectativas en la carrera cortesana, y que estaba profundamente enamorado. Aunque con posterioridad sometió estas composiciones a una revisión más o menos profunda según los casos, resulta innegable que en ellas ya se muestra todo el genio de Torquato Tasso, la innegable singularidad de su estilo, y el maravilloso poder y la modernidad de su palabra.
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