En algunas ocasiones las existencias pueden estar erróneas o no se lo podremos conseguir en el plazo señalado. Confiamos en su comprensión y le agradecemos la confianza depositada. Esperamos no defraudarle.
Holanda, mayo de 1940. Como tantos adolescentes, Karel se aburre profundamente. Aunque en Europa hace meses que ha estallado la guerra, en su calle nunca pasa nada. Vive con un padre pusilánime, una madre volcada en las tareas del hogar y unos hermanos con los que no se lleva bien. Asomado a la ventana, imagina las emociones que viviría si algo hiciera estallar en pedazos esa normalidad. «Ojalá cayera una bomba», piensa entonces.
Karel debería haber recordado que hay que tener cuidado con lo que se desea, porque esa misma noche Alemania invade Holanda. A partir de entonces, y en apenas seis días, se enamorará de la hija de la excéntrica amante judía de su tío, probará el tabaco y el alcohol, fantaseará con un huir a Inglaterra y acabará lejos, incapaz de volver a casa y víctima de la devastadora realidad de una guerra que él mismo ha deseado.
Publicado originalmente en 1950, este clásico de la literatura neerlandesa rezuma el existencialismo de la posguerra: la soledad, la búsqueda del sentido de la vida, las dudas sobre la presencia de un poder superior y la inquietante noción de que nunca llegaremos a entender del todo al prójimo.
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