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Con una voz poética que combina sensibilidad y reflexión, técnica e ironía, Las máquinas al fin festejan despliega un universo en el que lo industrial, lo íntimo y lo político se entrelazan con una madurez poco habitual en una primera obra. Como indica su propio título, las máquinas aquí no son solo metáforas del trabajo o el progreso, sino personajes que sienten, recuerdan, aman y -por fin- celebran.
Formalmente, el libro es arriesgado y fértil: alterna el poema largo con el fragmento narrativo, el lirismo con el ritmo del spoken word, la épica postindustrial con la conversación interior. Hay una libertad expresiva que no sacrifica el rigor técnico. En lo temático, la obra transita desde la juventud y el amor hasta la vivienda, la memoria hidroeléctrica y la alienación laboral con ternura y una inteligencia irónica que nunca cae en el cinismo.
Influenciado por autores como Frank O'Hara, John Ashbery, William Carlos Williams o Robert Hass, la poesía de Alarcón Martín bebe claramente de la tradición norteamericana moderna, con especial resonancia en la atención al detalle cotidiano, el uso del registro