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En 1957, la empresa italiana de licores Martini y Rossi encarga el proyecto de su nueva factoría en Madrid a un joven arquitecto catalán afincado en la capital: Jaime Ferrater Ramoneda.Bajo las limitaciones que el régimen de la época dictaba a través de la imposición de una autarquía económica, Ferrater, con un lenguaje marcadamente racionalista, supo encajar todos y cada uno de los elementos que el programa de necesidades le demandaba, dentro de una parcela irregular, adaptándose de manera brillante a la escasez de materiales, creando un icono moderno y vanguardista vigente hasta nuestros días.En este primer proyecto demostró su capacidad de adaptación a las circunstancias, capacidad que demostró durante toda su trayectoria profesional: desde un cinematógrafo en un barrio periférico hasta el primer edificio en altura construido con panel sándwich, pasando por el proyecto de una innovadora estación de servicio, viviendas promovidas por la Obra Sindical del Hogar, encargos por parte de la Iglesia, edificios para la Administración, e incluso un club náutico, alguno de ellos publicado en la prestigiosa revista
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