En algunas ocasiones las existencias pueden estar erróneas o no se lo podremos conseguir en el plazo señalado. Confiamos en su comprensión y le agradecemos la confianza depositada. Esperamos no defraudarle.
En estos cuentos todo está al borde de quebrarse: los vínculos, la memoria, la voluntad, los cuerpos. Sus personajes viven asediados por el hambre, los insectos y el malestar. Deliran, se devoran unos a otros con ferocidad. Es ahí, en ese territorio extraño, donde habitan las hermanas siamesas que se disputan los órganos recibidos al nacer. Las mascotas que susurran a sus dueños en la duermevela. Las enfermedades que se heredan de madre a hija como una maldición. Los cuerpos de ocho piernas y varias lenguas que bailan por el deseo de los otros. Los adolescentes desquiciados por las conspiraciones, las leyendas populares y los fantasmas del antropoceno. Con una prosa lúdica que huye de la solemnidad, pero con imágenes poderosísimas y perturbadoras capaces de llegar al tuétano del lector, Sara Navarro Rioboó desarma la idea de normalidad y convierte lo cotidiano en un escenario horroroso y patético en el que las líneas que separan la ternura de la crueldad y el amor de la dependencia se han borrado. Cuerpos de hojaldre es heredero de una tradición visceral del cuento sostenida por autoras como Mariana Enríqu
Este sitio web sólo utiliza cookies propias. Puedes configurar la utilización de cookies u obtener más información aquí
Más información sobre el uso de "cookies" y sus opciones de privacidad
Este sitio web utiliza cookies propias que se detallan a continuación en el panel de configuración.
A través del mismo, puede aceptar o rechazar de forma diferenciada el uso de cookies, que están clasificadas en función del servicio. En cada uno de ellos encontrará información adicional sobre sus cookies. Puede encontrar más información en la Política de cookies.
Estrictamente necesarias (técnicas):
Se usan para actividades que son estrictamente necesarias para gestionar o prestar el servicio que usted nos ha solicitado y, por tanto, no exigen su consentimiento.