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El rey Duncan de Escocia, demasiado blando, es asesinado por uno de sus caballeros, Macbeth, que se alza en rey apoyado en las profecías de las Hermanas Fatídicas, diosas del destino, brujas o magas. Su ambición de poder acrecienta su crueldad y salvaguardado en dos de las profecías que auguraban que nunca sería muerto a manos de un hombre nacido de mujer, y que no debía temer hasta que el bosque de se moviera, se cree invencible y eterno y se forja su terrible destino. Se intensifica el temor y la desconfianza que se apodera del protagonista. Más que un lugar geográfico, Escocia representa una mentalidad primitiva y una forma de vida basada en la violencia tribal, la brujería y la superstición, con un concepto mágico del mundo. Lo que hace de Macbeth una obra tenebrosa e inquietante es también lo que le imprime vigor y fascinación: su tratamiento dramático del mal, del mal que nace del ansia de poder. Es una obra activa`pero también profundamente introspectiva. En ella van paralelas la acción física con el torbellino de conciencias en las que se apoya. De esta forma la obra indaga en lo prohibido, explora la trasgresión mediante un lenguaje metafórico y sensorial único, el más denso lenguaje figurado de Shakespeare, con imágenes asociadas a las tinieblas, la muerte, la naturaleza quebrantada, la crueldad, la esterilidad (el alma llena de escorpiones, el recién nacido cabalgando a lomos de un caballo en la noche, la criatura sonriente arrancada del pecho de su madre). La altura poética e intelectual de Macbeth no oculta ni suaviza el mundo político concreto de sangre y violencia, ambición y deslealtad en que la acción se desenvuelve.