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El Banco Central Europeo es uno de los bancos centrales del mundo con mayor autonomía; para muchos, el Banco Central Europeo constituye el modelo de banca central independiente. La normativa europea garantiza, a través de diferentes mecanismos, este máximo nivel de autonomía, dotando al banco central de amplias posibilidades, prerrogativas y ventajas para la realización de sus funciones. Impregnado de este particular estatuto autónomo, el Banco Central Europeo desarrolla la función que le encomiendan los tratados: definir y ejecutar la política monetaria, con el objetivo principal de mantener la estabilidad de los precios y, secundariamente, apoyar la política económica general de la Unión. Se trata de una misión con un alto contenido técnico, pero con un no menos importante elemento político. La definición de la política monetaria implica la toma de decisiones políticas, proceso que realiza el Banco Central Europeo al activar los instrumentos monetarios a su disposición.
Ahora bien; si el Banco Central Europeo no puede recibir instrucciones de terceros, ¿a qué responden sus decisiones? ¿Puede una organización independiente ser capaz de interpretar el interés general sin un control democrático por parte de otras instituciones? ¿Cuál es el fundamento de la legitimidad democrática del Banco Central Europeo? Y, antes incluso de estas cuestiones, cabe responder a una pregunta clave: ¿Es realmente independiente el Banco Central Europeo?