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Paolo Fattori, un asistente social milanés, que tenía previsto viajar a Buenos Aires tras recorrer parte de América Latina, se ve atrapado por el mal de altura a más de cuatro mil metros en Potosí, Bolivia. Varado en las alturas, se ve obligado a bajar de inmediato a los llanos. Pero, ¿cómo? La solución proviene de la mujer que lo hospeda, que le pone en contacto con un tal Evo Morales, un líder sindicalista que se dirige a una recóndita región cocalera de la Amazonia boliviana, Chapare. Los campesinos de Chapare no tienen nada que ver con la industria clandestina que provee de cocaína al marcado occidental, son pequeños agricultores que cultivan la hoja de coca para su consumo tradicional. Al lado de Evo, Paolo Fattori va de una aldea a otra, baila en sus fiestas populares, se adentra en la idiosincracia de los cocaleros, participa de interminables reuniones políticas, y descubre con asombro la energía y el carisma, la enorme popularidad de la que goza el sindicalista entre esas gentes, así como el conocimiento profundo que Evo Morales tiene sobre los problemas de los nativos, los mismos que unos años más tarde lo catapultarán hacia el poder convirtiéndolo en el primer presidente indígena de la historia de Bolivia.