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La madrugada del 11 de febrero de 1963 se produjo un suicidio en una casa de Londres. La víctima, una mujer de treinta y un años, era madre de dos niños de corta edad, y al parecer desde hacía unos meses sufría una fuerte depresión motivada por su separación matrimonial... Una noticia más en el periódico, que habría pasado inadvertida si la protagonista no se llamase Sylvia Plath. Desde el día de su muerte la fama de la escritora estadounidense no ha dejado de crecer y hoy constituye un verdadero mito. Pero ¿cómo fueron los últimos días de Sylvia Plath? ¿Dejó entrever algún indicio que hiciese presagiar su fatal decisión? Una de las pocas personas que pueden responder a estas preguntas es la autora, en cuya casa vivió la poeta las jornadas previas al suicidio. Con sinceridad y sin caer en lo melodramático, Jillian Becker no sólo recuerda aquellas horas sino que ofrece su visión de quienes estuvieron más cerca de Sylvia Plath, en particular su marido, Ted Hughes. El relato es un testimonio directo y conmovedor que aporta nueva luz sobre la obra, la vida y la muerte de una de las voces poéticas más importantes de nuestro tiempo.
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