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En Yo el Supremo Augusto Roa Bastos retrató con suma complejidad histórica y simbólica el mundo irreal de José Gaspar Rodríguez de Francia, quien gobernó con mano de hierro el Paraguay entre 1814 y 1840. Él es la figura totémica de la novela, un hombre dedicado a la redacción de un interminable documento público, la Circular Perpetua, y cuyo contrapunto encontramos en Patiño, su no siempre fidedigno secretario. La relación del Doctor Francia con aduladores, intrigantes, súbditos y gobiernos vecinos fructifica en un torrente oral y textual que aspira a instituirse como poder absoluto encarnado en el verbo único. Con esta obra, publicada originalmente en 1974, quedaron superadas hasta la fecha todas las convenciones del género de la novela de dictador: Yo el Supremo es un cervantino monumento narrativo que versa sobre el poder y el individuo, la supremacía del discurso sobre la realidad, la Historia americana, la psicología del tirano y, lo que es más, los límites del lenguaje y la novela misma.
«Desde Pedro Páramo, la excelente narrativa latinoamericana no producía una obra tan original e inexpugnable como Yo el Supremo.» Mario Benedetti
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