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Como la mayoría de las novelas de Collins, Armadale tiene el inmenso mérito -cada vez más difícil de encontrar- de no aburrir en ningún momento. T. S. ELIOT "Sonrió con un gesto de terrible ironía al mirar por primera vez la puerta de la habitación. "Seré tu viuda... ¡dentro de media hora!"" Cuando el anciano Allan Armadale escribe su terrible confesión en el lecho de muerte, no puede ni imaginarse las repercusiones que tendrá esa carta cuando su hijo recién nacido la lea años después. Por segunda vez, dos hombres con el mismo nombre y el mismo apellido se verán implicados en la prosecución de una herencia que parece maldita. Mientras tanto, se suceden las sigilosas intrigas de Lydia Gwilt, un personaje misterioso y perverso que horrorizó a los lectores victorianos y que todavía hoy sobrecoge. Una mujer que llegó a ser definida por la crítica como "una de las villanas más curtidas". Con estos hilos y la complicidad del lector, el maestro Wilkie Collins teje una trama envolvente y seductora que brega entre identidades confusas, maldiciones heredadas, rivalidades amorosas, espionaje... y asesinatos.
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