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Bajo el título común de Tablado de marionetas agrupó don Ramón del Valle-Inclán tres farsas que preparan y abren camino al esperpento. Basada en un cuento de niños, La cabeza del dragón (1912) rebasa con mucho la significación de una pieza infantil, porque con la deformación de las formas desustanciadas de los valores tradicionales construye una sátira del poder y denuncia la crueldad de aferrarse a lo puramente ritual y externo. Con la Farsa italiana del enamorado del rey (1920) avanza Valle-Inclán en su tarea de desmitificación que, ya a las puertas del esperpento y en el mismo año, culmina en la Farsa y licencia de la reina castiza. Si la anécdota de esta última se centra en la corte isabelina, su intención rebasa el inmediato marco histórico y, gracias a un lenguaje liberado hacia la mayor expresividad (mi musa moderna / enarca la perna / se cimbrea, se ondula...) se constituye en un documento válido para nuestros días. Así lo explica el preparador de esta edición, César Oliva, catedrático de Teoría y Práctica del Teatro en la Universidad de Murcia, quien, al mismo tiempo, evidencia lo que estas piezas suponen de avance en el teatro de Valle-Inclán y en la escena española. César Oliva explica lo que estas piezas suponen de avance en el teatro de Valle-Inclán y en la escena española.
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