En algunas ocasiones las existencias pueden estar erróneas o no se lo podremos conseguir en el plazo señalado. Confiamos en su comprensión y le agradecemos la confianza depositada. Esperamos no defraudarle.
La filosofía de Maharshi declara que nuestra verdadera naturaleza es inmortal, infinita y perfecta; que nuestro sentido de la mortalidad, la finitud y la imperfección son engaños nacidos de la identificación con el ego o el sentido de individualidad, y que dichos engaños pueden ser superados trascendiendo su causa (el ego ilusorio). Nos alejamos de nuestra verdadera naturaleza divina sólo en la medida que permitimos que el ego -el pensameinto "yo"- gobierne nuestras vidas. Nuestra verdadera naturaleza es la dicha íntegra de la Conciencia Pura. Nos alienamos de esta realidad dichosa y perfecta que verdaderamente somos, y nos perdemos en los placeres y dolores pasajeros de un mundo ilusorio. Maharshi nos muestra un camino por el que podemos, incluso en esta vida, recuperar y habitar en nuestra verdadera naturaleza como Existencia-Conciencia-Dicha. No cabe duda de que esta filosofía tiene un atractivo mayor (y ofrece más esperanza y propósito a la humanidad) que cualquier visión del mundo que considere nuestra verdadera naturaleza como mortal, finita e imperfecta, y nos provee una base racional para considerar la trascendencia del ego como uno de los objetivos más elevados de la vida.
J. Sithamparanathan nos brinda un viaje muy interesante a través de la filosofía de Ramana Maharshi, por medio de la cual explora los paralelismos y los puntos de convergencia entre la nueva visión del mundo de la ciencia moderna, por una parte, y los puntos principales que han sido defendidos por la mayoría de las filosofías religiosas orientales, por la otra. Existen quizá otros libros con el mismo propósito. Pero el rasgo singular que cabe resaltar en esta obra es que los puntos de convergencia se establecen sobre el trasfondo de las enseñanzas de Ramana Maharshi, el mayor sabio de los últimos tiempos. La exposición que nos presenta de su propia comprensión mística de la realidad está vinculada muy de cerca a una disciplina espiritual que él denominó "autoindagación". Si se practica con resolución y concentración, la autoindagación nos garantiza la misma comprensión mística que él disfrutó de la naturaleza esencial de la verdad o realidad absoluta que subyace al universo.
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